El escritor, en sus reflexiones sobre Salamanca, como escenario de la novela, dice que: “Salamanca [es un] espacio preferente para mis cuentos y, sobre todo, para mi primera novela. (…) Un espejismo de piedra (…)”. La lectura de El manuscrito de piedra nos pasea por Salamanca; y no deja de ser estimulante recorrer la ciudad de la mano de un fraile dominico y un estudiante, tras los pasos de Rojas en busca del manuscrito de piedra. Se trata de una ruta secreta para imaginar y soñar, La Ruta negra.
(…) a finales del siglo XV, Salamanca se había convertido en un hervidero de conflictos, lo que no quitaba para que estuviera comenzando a vivir también un momento de esplendor. (p. 18)
Salamanca es el espacio en el que se mueven los personajes y transitan las intrigas, donde se enseñan los saberes oficiales y los prohibidos, en el que se cometen crímenes, injusticias y tropelías, y en el que Rojas (todavía estudiante ingenuo), trata de encontrar la verdad y de hacer justicia. En realidad, en esta primera novela de García Jambrina, la Salamanca de finales del siglo XV es el gran personaje.